Una vez más caí en Barcelona, para ver a los amigos de siempre y por supuesto comer cosas ricas por mi paso nº un millón por mi ciudad adoptiva, que siempre tiene sitios nuevos por descubrir o por recordar.
El festival comenzó el dia de reyes, donde estuve en casa de unos amigos celebrando el dia – ya por tercer año consecutivo, una tradición no planeada – y aparte de celebrarlo a nuestra manera con una pasta marinera, traje de vuelta a mi memoria y a mi paladar el pastel de 8 texturas de chocolate de Oriol Balaguer – que por cierto le debo uno a mi hermana, adicta confesa al chocolate - que siempre me ha parecido de los mejores postres que he probado, junto con la panacotta con trufa negra, a pesar de que el chocolate no sea una de mis cosas favoritas, este postre en especial tiene un balance perfecto que no empalaga y permite degustar toda la exhuberancia de un chocolate en su mayoría amargo, que lo ha hecho todo un clásico de la ciudad
Continuando mi ruta que mezcla amigos y comida, hice mi visita obligada al Fishhh! del cual soy fan incondicional y en el que he pasado muchas tardes comiendo ostras frescas con muy buena conversación, esta vez fuí sorprendida por un nuevo plato ‘Memorias de Japón’ que está estupendo, combinando chips del mar, el tartar de atún de la casa que es increíble y unos rolls blancos – como toda la decoración – muy originales además de exquisitos.
Sábado por la tarde de rebajas y amigas, fuimos a comer tardísimo – tipo comida-cena – a La Coronela, un mexicano delicioso que esta en el born, que nunca me defrauda con una cocina sencilla pero cuidada y para mi las mejores margaritas de la ciudad, mi favorita la de tamarindo con el borde picante que es una delicia hasta en invierno! El servicio es un poco flojo, pero la comida hace que valga la pena la espera.
Cena de navidad un poquito retrasada con mis amigos gourmet, primero decidimos dar una vuelta por el nuevo local de Ferrán Adrià & Co llamado 41º en pleno Paral.lel, definido por ellos como una snackeria donde se ofrecen algunas de las creaciones del Bulli en versión tapeo, encontramos ostras con esferificaciones o una con caviar cítrico que estaba muy bien y una selección de bocaditos que a pesar de ser interesantes ninguno me impactó de la manera que esperaba – con todo y que pedimos uno de cada de lo que había en la carta – no sabría decir que pero faltó algo esa noche, quizás es que solo tenían 3 días abiertos y todavía no estaba el engranaje bien aceitado o que no es tan fácil reproducir la magia a nivel de calle… lo cierto es que tendré que volver cuando abran el bar de tapas que están terminando justo al lado, que se llamará Tickets, para dar una segunda opinión.
Nos quedamos con un poco de hambre y fuimos de tapeo al Bar Cañete, en el Raval muy cerca de las famosas Ramblas, un bar que está muy de moda en la ciudad para los foodies – y los no tanto – un sitio sencillo, acogedor y sin pretensiones, que sirve tapas de toda la vida con un twist gourmet nada despreciable y que da la sensación de que estamos de tapeo por Sevilla, todo mas que correcto en un ambiente agradable, lo que mas me gusto un steak tartar de rechupete.
Siguiendo en la onda de las tapas, quedada en el Paco Meralgo, en pleno corazón de la eixample esquerra – mi barrio preferido en Barcelona y donde viví siempre – este bar tiene algo que siempre hace repetir, a pesar de que ahora mismo hay tantos parecidos en la ciudad, este sitio ofrece una barra muy agradable y permite incluso reservas – cosa no muy común en los bares de tapeo – lo que hace que todo sea más cómodo, el plato estrella de la noche fue unos huevos revueltos con trufa negra, la mejor manera de disfrutar a la reina del invierno, acompañados por un vino blanco que no le quitaba protagonismo a la trufa.
Como es tan difícil contar Barcelona en un post – así sea por unos días – seguiré hablando de este viaje en la próxima entrega, fins aviat! ;)